Breve relato de los hechos

A Olga la secuestraron en su domicilio y la llevaron hasta la casa de sus suegros, a pocas cuadras, y luego fue conducida en automóvil al “Pozo de Quilmes”. En el trayecto le vendaron los ojos con un pañal de tela de su hijo.
Según contó Olga en este juicio, al llegar al “Pozo de Quilmes” le sacaron las vendas y la introdujeron a una oficina en la que había un hombre de no más de 30 años, sentado detrás de una máquina de escribir y dos mujeres, una de ellas era morocha y alta y la otra más menuda, de pelo castaño o pelirrojo. El hombre sentado frente a la máquina de escribir le dijo a Olga que ellos también estaban detenidos y le pidió sus datos, le preguntó sobre la actividad de Juanjo y le mencionó algunos hombres para ver si los conocía.
Estas personas le ofrecieron un té y le permitieron ir al baño, desde donde vio por una ventana que el barrio que rodeaba el centro clandestino era un lugar de casas bajas con tejas rojas. Luego fue conducida a un calabozo, lugar en el que estuvo encerrada los tres días que duró su cautiverio. Allí se comunicó con su esposo, y también con dos personas que conocía, Alinso y Lorenzo que eran vecinos del barrio y compañeros de militancia de su esposo.
Olga recordó que en las comunicaciones que mantuvo con su marido y sus compañeros. Dijo que horas más tarde le avisaron “estamos de vuelta y trajeron al uruguayo”. El uruguayo era un vecino. Además, Olga dijo que en un momento entró a su celda una persona que la revisó para corroborar que no estuviera lastimada. Horas más tarde le avisaron que la dejarían en libertad, situación que se concretó en compañía de un chico que vivía por la zona de Fiorito, que luego supo que se trataba de Manuel Duarte. Olga y Manuel, fueron liberados en un descampado en la zona Quilmes.
Antes de liberarla le permitieron despedirse de su marido y esta fue la última vez que lo vio.