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Víctimas de Lesa Humanidad

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Budassi, José María

  • Apodo: Cholo
  • Militancia: En el año 75 se constituyó la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), con mucha influencia de gente como el Monseñor Carlos Ponce de León
  • Dónde estudió: colegio Don Bosco San Nicolas. Medicina Universidad de Rosario
  • Lugar de trabajo: Panadería familiar
  • Fecha de secuestro: 04/05/1977
  • Lugar de secuestro: Barrio Somisa
  • Situación actual: Persona liberada

Breve relato de los hechos

El 4 de mayo de 1977 cerca de las 22:00 hs, José Maria Budassi, fue privado ilegítimamente de su libertad en la esquina de su casa, calle Garibaldi y Almafuerte de San Nicolás. Había un automóvil Ford Falcon color celeste con el capó levantado y una persona le hizo señas para que la ayudara. Paró con la idea de ayudar e inmediatamente se acercaron dos personas, cada uno por una puerta de su vehículo, por lo que bajó el vidrio. En ese momento, abrieron la puerta, lo apuntaron con un arma, le dijeron que se bajara, por lo que pensó que querían robarle, pero cuando vio que lo tironeaban se dio cuenta que lo querían llevar. Empezó a gritar y forcejear, lo golpearon con la culata de un revolver varias veces en la cabeza, por lo que comenzó a sangrar y el escándalo que armó hizo que las personas que estaban en un bar salieran y vieran cuando lo arrastraban al automóvil Falcon. Lo llevaron a una casa, lo vendaron inmediatamente y, mientras lo bajaban del coche, le sacaron la ropa y lo pusieron sobre un elástico metálico, lo ataron como si estuviera estaqueado, le tiraron agua, le ataron un cable en uno de los dedos del pie y le aplicaron descargas eléctricas. No supo cuánto tiempo duró esa situación, en la que lo golpearon, le pusieron en la boca “como un plástico”, que después leyendo supo que era un “submarino seco”, por lo que se quedaba sin aire. Le preguntaron si pertenecía a la organización Montoneros, quién era su responsable, y si tenía armas.
osé María Budassi. El procedimientos fue realizado por Personal que operaba bajo control operacional del Área Militar 132 vestidos de civil y en vehículos particulares. Entre las personas que se encontraban presentes en el interrogatorio, explicó que escuchó los seudónimos “El Jefe”, “Soviético” y “Barba”. Declaró que en un momento “El Jefe” agarró una goma, un palo y lo empezó a golpear en los testículos al punto de que no aguantó más y lo nombró a Pablo, ante lo cual “El Jefe” le dijo “pero pelotudo por qué no dijiste antes si a Pablo lo trajimos recién”. Ahí se dio cuenta y luego reflexionó con los años de que la tortura no era simplemente un método de interrogación rápido para disponer de información sino que también tenía como objetivo destruir la dignidad humana, llegar al punto de que el interrogado sienta que había traicionado a su mejor amigo.
Relató que, al poco tiempo, finalizaron la sesión, lo llevaron a un dormitorio contiguo, lo dejaron atado a una cama y le pusieron una esposa que tomaba sólo los pulgares. Al otro día escuchó que trajeron a otros compañeros, entre los que cree que había una pareja, ya que escuchó voces de hombres y mujeres y oyó que los torturaban.
Ante esto, se desató las manos, se sentó sobre la cama, se desató los pies, se sacó la venda, observó la habitación y vio que había una ventana, por lo que se dirigió hacia ella, la abrió, arrancó el mosquitero, saltó a través de ella y salió corriendo desnudo con los dedos agarrados con las esposas y con la venda sobre el cuello. Cruzó una cerca y fue a la casa contigua, en la que le abrió una mujer que gritó y pensó que no lo iban a ayudar, por lo que siguió corriendo por una calle con muchos árboles. Recordó haber visto chimeneas de la planta de súper usina que son rojas y blancas, llegó hasta la ruta y empezó a correr por el costado de la ruta. En un momento se tiró a un costado y vio que detrás de él venía un individuo con un gamulán, anteojos y un arma, quien le dijo que se tirara al suelo, por lo que pensó que “era el final”. Continuó relatando que al rato llegó un vehículo, que cree que era el Falcon con el que lo habían secuestrado, lo subieron y lo llevaron a una dependencia policial, vendado, esposado. Lo pusieron en una celda solo. A las pocas horas una mujer lo empezó a llamar y le preguntó quién era. Expuso que por el poco diálogo que tuvieron reconoció que era una compañera que conocía por el nombre de “Carmen”, que luego supo que se llamaba Regina Spotti. Esta compañera había caído el 21 de abril. Ella fue la que le dijo que estaban en la Brigada de Investigaciones de San Nicolás. En ese lugar le dieron ropa y no tuvo, salvo algún “sopapo”, una situación de interrogatorio. Estuvo varios días, del jueves 5 hasta lunes o martes de la semana siguiente.
Explicó que en un momento lo sacaron de la celda y lo pasaron a otra contigua a la de Regina, con quien a veces hablaba por la pared. Expuso que una noche la sacaron y le hicieron un careo con un compañero, a quien se refirió como “Tito, el que cayó en el río”. En ese momento él no sabía quién era, pero, muchos años después, al encontrarse con el compañero de Regina y por trabajos realizados con el Equipo Argentino de Antropología Forense, pudo saber que “Tito” era Carlos Armando Grande, jefe de la columna 17 de San Nicolás, que había sido secuestrado el 18 de noviembre de 1976 en las proximidades del arroyo Pavón y que estuvo detenido en Campo de Mayo. Declaró que después supo, leyendo otros testimonios, que Carlos Grande permaneció en un centro clandestino de detención durante los meses de noviembre a mayo y el testigo Scarpatti dijo que a Carlos lo llevaron a la zona de San Nicolás.
Relató que luego lo llevaron a un Centro clandestino de detención que se encontraba en la zona norte de la ciudad de San Nicolás, el que, por lo que pudo reconstruir con Pablo Martínez, se encontraba cerca de la fábrica Proto, ya que durante su detención escucharon los ruidos característicos de esa fábrica, que es una empresa de rodamientos, como así también por el ruido de los pájaros y de los coches, ya que esta fábrica se encuentra en la vieja ruta 9 camino que va a Villa Constitución y a la época de los hechos no estaba inaugurada la autopista.
Afirmó que estuvieron allí hasta el 24 o 25 de mayo. Una noche, junto a Pablo Martínez, los sacaron y los hicieron subir en un vehículo. A él lo colocaron al volante y a Pablo a su lado y les dijeron que sigan a un coche que va a ir delante y que atrás iba a ir otro. Les sacaron las vendas y empezaron a seguir al automóvil que estaba delante. Creyeron que era una puesta en escena. Cuando hicieron una curva vieron a los costados soldados y una pinza, es decir, un control militar. Cuando pasaron los hicieron parar y descender del vehículo. Un oficial los interrogó, preguntándoles de dónde venían, a lo que le contestan de San Nicolás, a lo que les preguntó a dónde iban y ellos responden que no sabían. Les pidieron sus documentos, pero como no los traían consigo el oficial ordenó que abrieran el baúl, donde había revistas de la agrupación montoneros, volantes y armas. En ese momento, detuvieron un colectivo, hicieron descender a algunos pasajeros para mostrarle que “habían detenido subversivos” y los hicieron firmar como testigos.
Describió que luego de ello los trasladaron a la Comisaría de Junín. Los pusieron en calabozos, a él en la última celda y a Pablo en una que se encontraba en el medio. Allí había presos comunes.
En dicha Comisaría, un día el oficial Edgardo Mastrandrea, a quien identificó como el “número 3 de la Comisaría”, luego de Mac Namara y Domínguez, los interrogó acerca de los que les había pasado. Ante esto, le contaron lo sucedido. Después de unos días, lo sacaron y lo metieron nuevamente en un baúl vendado y luego en un lugar oscuro, e hicieron “correr la bolilla” en el pabellón de que lo habían sacado para fusilarlo porque no había querido firmar una declaración. Así hicieron que Pablo firme una declaración sin leer y cree que le advirtieron que le podía pasar lo que lo que le había pasado a él. Al poco tiempo, lo volvieron a llevar a la Comisaría, le mostraron la declaración de Pablo y le dijeron que si no firmaba no iba a volver más. Explicó que ante dicha amenaza firmó y le dijeron que era probable que notificaran a sus familias que estaban ahí, lo que efectivamente ocurrió.
Continuó relatando que a los pocos días trajeron detenidos a unos compañeros de la secundaria y a familiares de éstos y que el 8 de julio los trasladaron a la cárcel de San Nicolás, donde empezó una historia que tiene que ver con la etapa que vivió como preso político, hasta diciembre del año 1982 que quedó en libertad.
Explicó que, tras la firma de la declaración, si bien le avisaron a sus familiares permanecieron incomunicados unos días, pero ya para mediados de julio estaban como presos políticos y que, según lo que les contaban sus padres, estaban a disposición del Área Militar 132. Indicó que sus padres iban siempre a hablar con Saint Amant.
Declaró que dentro del grupo de detenidos conocidos eran aproximadamente diez personas, entre las que se encontraban, además de su amigo Pablo Martínez, Alberto Espin y sus padres, Guillermo Moreyra, Estalle, Contartese, De Cara, Marisa Corelli y Alicia Cámpora, todos a disposición del Área Militar 132.
Expuso que en septiembre liberaron a Mario Contartese, a Estalle, al matrimonio Espin y al hijo de éstos y que sus padres les transmitieron la expectativa que a fin de año quizás los liberaban a ellos. En diciembre hubo un cambio de mando, cree que asumió Ferrero. En el año 1978 siguieron en la cárcel de San Nicolás y en abril o mayo los trasladaron a Devoto, donde se enteraron que les iban a “hacer un consejo de guerra”. En ese momento volvieron a detener a los que habían liberado en el mes de septiembre.
Indicó que esto ocurrió aproximadamente en el período del mundial de fútbol.
Explicó que fueron juzgados por un tribunal Denominado Consejo de Guerra Especial Estable N° 1, que estaba en Palermo. Para ello, les designaron defensores militares que no eran abogados y a él le tocó una persona de Aeronáutica de nombre Blas Serra, quien le dijo que ellos eran unos “idiotas útiles”, que los curas del colegio Don Bosco les habían llenado la cabeza y él sólo podía pedir la pena mínima. El tribunal los condenó por asociación ilícita simple a 8 años de reclusión a él, a Pablo y otro compañero más, a algunos los pasaron a la Justicia Federal y otros los liberaron. Luego, el 25 de julio 1978 ingresaron al penal de La Plata, recordando que ese día no podía moverse de la “paliza” que la habían dado y que se disputaba la final del mundial de fútbol.
Declaró que en La Plata estuvo aproximadamente un mes, donde se enteró por el diario Clarín que habían matado al matrimonio de Luis Cámpora y Noemí Ponce y a principios de agosto, junto a Pablo, fue trasladado a la cárcel de Sierra Chica, donde estuvo hasta abril del 1979, fecha en que la dictadura decidió “levantar” dicho penal porque iba a venir una comisión de derechos humanos y las condiciones allí eran bastante deplorables, por lo que volvieron a la Unidad carcelaria de La Plata, donde permanecieron hasta el año 1982.
A preguntas efectuadas sobre el colegio Don Bosco, explicó que ellos hicieron la secundaria en el periodo anterior al golpe militar y que allí había varios sacerdotes y seminaristas que estaban muy comprometidos con una ola que tuvo origen con el Concilio Vaticano Segundo. Explicó que tenían un profesor de nombre Héctor Hernández, hijo de uno de los Secretarios del Juez Milesi, quien les impartía una educación vinculada con la línea de los preconciliares y ellos estudiaban los argumentos para rebatir lo que éste les explicaba. Expuso que cree que la estigmatización de ellos comenzó por la actitud que tuvieron ante este profesor y por el vínculo que tenían con Farayi y Espin, quienes estaban en Buenos Aires y militaban en la JUP y con quienes tenían charlas que los animaban a asumir un compromiso político.
Indicó que en el año 2003 solicitó un habeas data y vio que estaba “señalado como blanco” desde noviembre de 1975. También en su actuación como querellante pudo ver un informe firmado por Saint Amant dirigido a Suárez Mason, en el que se indicaba que en el colegio Don Bosco se había detectado una célula montonera y se nombraba sacerdotes de esta institución.
También mencionaba que esta información la recibió por Raúl Caraballada, preceptor del colegio, por lo que el testigo concluye que en ese momento había una colaboración de esta persona y con el Área 132. En su testimonio también mencionó a las agendas del capellán Bonamin, quien estaba muy enfrentado con el obispo Ponce de León, donde se mencionan reuniones en el cuartel entre Saint Amant y Hernández en el año 1976 y que estaban muy preocupados por la familia del ingeniero Martínez porque su hijo Pablo “se hizo zurdo” por el accionar de los curas del colegio.
Explicó que a Miguel Ángel Nicolau, sacerdote del colegio, lo secuestraron tres meses antes que a ellos, en la ciudad de Rosario.
En cuanto a su actividad política en la ciudad santafesina antes nombrada, explicó que al ingresar en la facultad de medicina vivía con Alberto Espin en una pensión y militaba en un barrio en la zona oeste. Su responsable era Sergio Jalil, a quien secuestraron a principios de octubre del año 1976 y apareció muerto en la masacre de los surgentes.
Respecto del resto de las víctimas de autos, a preguntas efectuadas por el Sr. Fiscal General, explicó que Pablo en la cárcel de San Nicolás le contó que estuvo con Gerardo Cámpora cuando a Budassi lo llevaron a la Brigada de Investigaciones.
También declaró que tenía conversaciones sobre política con Carlos Farayi, quien venía a San Nicolás los fines de semana. Al respecto, expuso que ellos comenzaron a militar políticamente en la organización Montoneros agosto del año 1975, que habían formado el centro de estudiantes, pero les faltaba pertenecer a una organización. Indicó que a “Carlitos” se le ocurrió hacer una “pintada” en el colegio, ya que en esa etapa montoneros ya había pasado a la clandestinidad. Declaró que una noche con el Turco (Carlos Farayi) entraron al colegio, hicieron la pintada y al otro día Gerardo se le acercó y le dijo “que bien que te salió la pintada”.
Respecto del resto de sus compañeros, explicó que en la Comisaría de Junín eran siete: Alicia Cámpora, Marisa Corelli, Gustavo De Cara, Mario Contartese, Alberto Espin, Pablo Martínez y él y que sabe que Marisa y Gustavo De Cara fueron torturados.
En cuanto a la declaración que firmaron en dicho lugar de detención, dijo que en ese momento no la leyó pero luego supo que decía que con Pablo habían robado un auto y habían decidido tomar el cuartel de Junín, por eso en el baúl había un plano de dicho lugar.
Relató que en la Unidad Penal N° 3 fue recibido por el segundo de Saint Amant, que era el Mayor Ricardes. Finalmente, reconoció documentos exhibidos a pedido del Sr. Fiscal General, en donde constan sus firmas.

Sentencias e imputados

Imputado Delitos
Mastrandrea, Edgardo Antonio Privación Ilegítima de la libertad, Tormentos
Saint Amant, Manuel Fernando Tormentos, Privación Ilegítima de la libertad