Breve relato de los hechos
Ha quedado debidamente comprobado que las cuatro víctimas nombradas, quienes militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), fueron secuestrados el 3 de febrero de 1977. Andrés Lofvall fue detenido en horas del mediodía, en la vivienda ubicada en calle Cervantes N° 162 de esta localidad, donde habitaba junto a Carlos Ilacqua, por un grupo de personas armadas que irrumpió en ese lugar. Horas más tarde en ese mismo domicilio fue secuestrada Estela Maris por el mismo grupo armado que permaneció allí oculto. Nancy fue detenida alrededor de las 19.00 horas en el Hotel “Italia” de Bahía Blanca, donde trabajaba como camarera, por personal que se identificó como perteneciente a la Brigada de Investigaciones, vestido de civil y que portaban armas de fuego. Finalmente, en horas del mediodía, fue secuestrado Carlos Ilacqua en el inmueble ubicado en Darwing 536, por un grupo de tres o cuatro personas vestidas de civil que portaban armas. Carlos y Estela Maris eran pareja, al igual que Nancy y Andrés; tenían entre 18 y 19 años. Las cuatro víctimas fueron conducidas al centro clandestino de detención “La Escuelita”, donde se las interrogó y sometió a distintos tipos de tortura, de lo que dio cuenta Alicia Partnoy en su testimonio. En el lugar fueron reconocidos por distintos compañeros de militancia. El día 13 de abril de 1977 se los trasladó hacia el centro clandestino de detención que funcionó en la “Dirección de Robos y Hurtos” de La Plata, donde fueron reconocidos por Adriana Archenti, quien los observó muy maltratados físicamente. El día 16 de abril a la madrugada, Carlos y Estela Maris fueron conducidos a la localidad de Olmos, próxima a La Plata, donde personal de Fuerzas Conjuntas los fusilaron, simulando un enfrentamiento armado que fue dado a conocer a través de los medios de comunicación. El mismo modus operandi fue utilizado días más tarde con Andrés y Nancy, puntualmente el 23 de abril por la noche, cuando fueron trasladados a la localidad de Avellaneda y también asesinados en el marco de un enfrentamiento simulado. Durante el cautiverio las familias de los jóvenes realizaron innumerables gestiones para dar con su paradero, a través de la Iglesia, personalmente en el Comando del Vto. Cuerpo del Ejército, mediante presentación de hábeas corpus ante la justicia federal de esta ciudad y denuncias en Comisarías locales, todo ello con resultado negativo.