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La sobreviviente Mariana Luz Oliva exhibió dibujos de su madre desaparecida

Luego de la declaración de Marcela Olave, Mariana Oliva enseñó las ilustraciones de su madre realizados durante su cautiverio.

Lesa humanidad

El primer testimonio fue de Marcela Olave, sobrina del militante en el Peronismo de Base, Jorge Raúl Olave Moreno, secuestrado el 4 de mayo de 1977 en Mar del Plata cuando tenía 23 años y trabajaba como filetero en el gremio del pescado en la Planta de San Andrés. Al momento de su secuestro y desaparición estaba en pareja, Estela Lombardo, quien también se encuentra desaparecida.  

“Recuerdo, son ideas así muy vagas porque yo tenía 10 años, cuando ocurrió el primer secuestro que fue en noviembre de 1975. Ellos estuvieron detenidos durante un año. Mio tío Jorge en Sierra Chica, en el penal de Sierra Chica, y mi tía Estela, en Devoto”, comenzó relatando Marcela.

Y luego relató lo sucedido en el secuestro y posterior desaparición de la pareja en abril del 1977.  “Como causa de una herida de bala que le habían hecho a mi tío cuando fue el primer secuestro, lo internan en el hospital regional para llevar a cabo una cirugía. Mi tía estaba en con nosotros. Yo tengo tres hermanos más. Mis abuelos estaban presentes también aguardando que esta cirugía se realizase. Y bueno, a mi tío lo llevan secuestrado del Hospital Regional en un simulacro de traslado a una clínica privada, y a mi tía la secuestran del domicilio de mis abuelos. Recuerdo, sí, que preguntaron por ella en mi domicilio. Yo  escuché es ese llamado que le hicieron. Mi abuelo atendió la puerta, les explicó dónde estaba, se identificaron estas dos personas que estaban de civil, como que eran de la policía federal, y precisaban la firma de mi tía para unos trámites. Entonces, mi abuelo les da la dirección donde estaba mi tía, que era el domicilio de mis abuelos. Y luego viene el secuestro y la desaparición. Todo esto lo fui hilando y fui construyendo todo esto con información que aportaron amigos, compañeros de militancia, amigos personales”, narró cronológicamente cómo sucedieron los hechos ese día, y aclaró que ese día su abuelo estaba en tu casa, porque sus padres estaban de viaje.

Y finalmente, contó el derrotero vivido por miles de familias que padecieron durante la última dictadura cívico militar los secuestros y desapariciones de sus seres queridos: las averiguaciones, las denuncias, las presentaciones de habeas corpus, y las “gestiones interminables y rodeada de trámites viví mi adolescencia”, expresó Marcela, y agregó que recordaba una carta de Bergoglio (Francisco).  

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El segundo testimonio fue de la testiga Mariana Luz Oliva, cuyos padres fueron secuestrados en 1976 cuando ella tenía apenas cinco meses.

Una pieza de enorme valor para su historia la encontró recién en 2017 cuando el hijo de un represor recuperó y le entregó dibujos que había hecho su mamá mientras estaba en cautiverio en la Base Naval, al declarar expuso esos dibujos y expresó un pedido a los genocidas respecto de una de las claves de la represión clandestina y del dolor de las familias: “Rompan su secreto, digan lo que saben”.

Su mamá, Laura Susana Martinelli, era maestra en la Escuela Nª 2, militaba en la JUP y fue secuestrada el 5 de agosto de 1976 por personal de la Fuerza de Tareas N° 6, a partir de las tareas de inteligencia realizadas por la Sección Informaciones de la Prefectura Mar del Plata. Unas horas antes, su papá, Carlos Alberto Oliva, había sido secuestrado durante la mañana, en el hall de la Municipalidad del Partido de General Pueyrredón. Aún encuentra desaparecido, mientras que Laura, fue hallada muerta el 31 de diciembre de 1976 en el barrio Villa Rosario de la ciudad de Bahía Blanca como resultado de un supuesto enfrentamiento con fuerzas conjuntas de la Armada Argentina y del Comando del Quinto Cuerpo de Ejército, según versión de las fuerzas represoras.

Luego de hacer un pequeño retrato biográfico de quiénes eran sus padres, dijo que hacían militancia de base, y que lo que narraba era parte de “una reconstrucción que sigue, porque me faltan piezas, porque todo el tiempo tengo que estar contrastando y buscando apoyo entre las piezas para saber si realmente sucedió de esa manera. Pero uno va tejiendo como conclusiones a partir de de esos testimonios. Y la reconstrucción es una tarea que vengo haciendo desde hace más de 20 años, o sea, desde que desde que me hice adulta. Ahora tengo 50 o casi, en realidad 49. Entonces las fuentes son mixtas, son muchas, son heterogéneas, pero principalmente tengo el testimonio y de mi tía que ya falleció. Mi tía abuela, Mecha Aquino, que fue la que estuvo en contacto directo con mamá y la que vivía acá en el Mar de Plata cuando los hechos sucedieron. Ella dejó una declaración en la CONADEP. Ella inició muchísimos habeas corpus y reclamos. Ella llevó adelante el juicio donde, Mirta Mántaras, es fue nuestra abogada querellante en Bahía Blanca, y junto con ella en el año 2001 vuelvo a Mar de Plata a recorrer los lugares donde habían sucedido los hechos”, dijo.

Y agregó, que tenía un testimonio de un compañero que dije que lo encontró a su papá con ella a upa caminando, deambulando por las calles de Mar de Plata, no sabiendo adónde ir. Y que “él lo levanta en el auto y a través de él ellos terminan siendo refugiados en la casa de Alberto Pellegrini, Cacho. Suponemos que los últimos días de julio del 76, el primero de agosto, un grupo de tareas, de la fuerza, de seis personas, irrumpe en el departamento de la Negra, que es la hermana de Mecha. Ambas vivían en un edificio por calle Corrientes, una encima de la otra, en dos departamentos separados, pero en el mismo edificio. Irrumpen a la madrugada preguntando sobre mi mamá y mi papá. A la fuerza se introducen en uno de los dos departamentos, la juntan, digamos, en un departamento que es el de Mecha y las obligan a no salir de la casa. Las tienen prisioneras en su propio departamento, privadas de la libertad y hacen guardia. Y este grupo de tareas se va turnando para estar permanentemente presente”, narró con detalles lo sucedido.

Y finalmente, describió cómo la secuestraron a su madre al llamar por teléfono  y encontrase con Mecha en una plaza para devolverle supuestamente la “máquina de escribir que le había prestado”, que era la clave porque en realidad era para dejarle a ella, porque sabía que corría peligro.

“En esos días, durante esos días, los militares hablaban continuamente con Mecha y con la Negra”, dijo en relación a su tías, y que la Negra trababaja como secretaria en el estudio jurídico de Norberto Centeno, abogado laboralista secuestrado y desaparecido por la dictadura en julio de 1977.

De este modo, Mariana relató que a sus tías les decían “que era mucho más conveniente que estuvieran detenidos, presos, a que estuvieran clandestinos, que iban a terminar muertos o asesinados. Obviamente muertos en la calle, era mucho más seguro, según ellos, y ese era su discurso. Y también le habían dicho que yo, la beba, que ellos se iban a comunicar con mis tías para una vez que los capturen, bueno, que me mis tías me ubiquen”, dijo sobre lo que le habían dicho a su madre.

Y agregó que efectivamente fue al otro día, el 5 de agosto, a plena luz del día, su padre se presentó en la municipalidad a cobrar el sueldo y un grupo de personas estaba esperándolo y lo secuestran.   

Y también describió muy conmovida la escena, reconstruida por ella a partir de testigos,  de cómo la separan de su madre y la secuestran. Y también lo que la había contado Pablo Mancini y Cacho sobre lo vivido por su padres cuando estuvieron en cautiverio, “porque todas las noches escuchaba que venían cerca de él y le decían: bueno, vamos correntino. A papá le decían correntino. Era el la hora de la tortura, del interrogatorio. Y por testimonios que he leído, a ambos los han torturado salvajemente, y a mi madre, violado salvajemente, abusado sexualmente”.

Finalmente, exhibió muy emocionada unos dibujos que le entregó hace 8 años Pablo Vassel, ex Subsecretario de Derechos Humanos de la provincia de Corrientes, y que se habían conocido en una marcha del 24 de marzo en Paso de los Libres. Este importantísimo material documental, se lo entregó, dijo Mariana, “Martín Azcurra a Pablo, que los había encontrado en su domicilio con Martín. Cuando Pablo me entrega los dibujos, me entrega también el teléfono de contacto del celular de Martín. En ese momento, me llegó una semana eh procesar la información principal y no me aguanto y le escribo a Martín Azcurra a la semana de haber recibido los dibujos”, relató Mariana.

Y agregó que esos dibujos los encuentra en la casa de su padre Héctor Azcurra, el suboficial en la Central de Inteligencia de la Fuerza de Tareas imputado en la causa, cuando este ya no vivía en ese lugar y ninguno de los hijos tampoco. “O sea, en un momento van a buscar papeles y él se topa, encuentra, sí, esa carpeta, esos dibujos que estaban a su vez dentro de un sobre que decía: dibujos de Laura Susana Martinelli. Esos dibujos estaban con una carta escrita”, finalizó la sobreviviente el estremecedor testimonio donde hizo referencia a los dibujos realizados por su madre durante su cautiverio, que ilustraban personas detenidas y una cuna con un bebé  rodeado de ángeles que lo custodiaban.

Sobre el juicio

DDHH de la Provincia es querellante y acompaña a los testigos a través del Equipo de Acompañamiento en el juicio que impulsa el Tribunal Oral de Mar del Plata integrado por los jueces Nicolás Toselli, Fernando Minguillón y Enrique Mendez Signori que reemplazó a Martín Poderti, suspendido por el Consejo de la Magistratura acusado de robar 144 monedas de oro de una causa.

Son 20 los acusados integrantes de las fuerzas represivas: Vírtom Modesto Mendíaz, Alfredo Manuel Arrillaga, Eduardo Jorge Blanco, Jorge Luis Toccalino, Carlos Alberto Suárez, Rubén E. Miguel Fernández, Carlos Víctor Milanese, Raúl Alberto Marino, Roberto Mario Blanco Azcarate, Raúl César Pagano, Alfredo Raúl Weinstabl, Luis Héctor Bonanni, Daniel Eduardo Robelo, Julio César Fulgencio Falcke, Carlos María Robbio, Héctor Raúl.

La próxima audiencia quedó programada para el 17 de octubre a las 11 hs.