Breve relato de los hechos

El 18 de mayo de 1976, aproximadamente a las 13:00 horas, Margarita Sánchez Hernández fue secuestrada ilegalmente por tres hombres vestidos de civil que se identificaron como policías, cuando se encontraba en su lugar de trabajo en Ferrocarriles Argentinos, en la ciudad de Buenos Aires. Días antes, fuerzas militares habían irrumpido en su casa, causando destrozos y buscando información sobre ella. Al momento de su detención, Margarita fue obligada a subir a un automóvil Ford Falcon —en el que observó armas de fuego— mientras a su compañera Roxana Nussbaum la subían a un Citroën blanco. Ambas fueron trasladadas al centro clandestino de detención conocido como “Cuatrerismo – Brigada Güemes”, también referido como “Puente 12”.
Durante su cautiverio, Margarita fue encapuchada, vendada, sometida a interrogatorios bajo tormentos físicos y psicológicos, y abusada sexualmente en múltiples ocasiones. En la sala de torturas —que reconoció por el piso de madera, los ladridos de perros y el constante ruido de agua— fue desnudada, atada y torturada con picana eléctrica por varios hombres, quienes la interrogaban sobre personas que ella no conocía, y en particular sobre sus vínculos con individuos llamados Jorge y Carlos. En todo momento fue hostigada con amenazas de muerte y abuso sexual, y alojada en un calabozo pequeño con puerta de hierro. Entre los perpetradores, distinguió especialmente a un hombre joven, de ojos celestes y campera de gamuza marrón, a quien denominó “el enamorado”, por la frecuencia con que se presentaba en su celda y por haberla visitado incluso después de su liberación.
Sánchez Hernández fue finalmente liberada junto con Roxana Nussbaum luego de un traslado a una casa abandonada. Fue el mismo secuestrador apodado “el tucumano” quien les quitó las ataduras, les permitió refugiarse en un lugar identificado como un hotel, y luego las condujo a sus respectivos hogares a cambio de dinero. Posteriormente, la víctima pudo identificar a algunos de sus captores mediante fotografías del Legajo CONADEP N.º 3846, y su testimonio fue corroborado por el de otros sobrevivientes, como Luis Alberto Caballero, quien coincidió en detalles sobre el lugar de detención, la modalidad del secuestro y los tormentos sufridos.