Breve relato de los hechos
Estaba casado con María Isabel Luque con quien tuvo un hijo al cual llamaron también, Marcos Eduardo. Vivían en Córdoba pero debido a la persecución que sufrían se vieron obligados, en noviembre del 1976, a mudarse a Buenos Aires. Allí, se instalaron en la casa de un primo. En el año 1977, al enterarse que habían secuestrado a varios miembros de su familia y los buscaba el Ejercito, se mudaron. Al tiempo se enteró que, poco después de que se fueron, había llegado el Ejército a buscarlos y que, al no encontrarlos, la patota secuestró a su primo. Posteriormente, se instalaron en una casa ubicada en calle Oyuelas al 2333, en Lanús Este.
El 23 de febrero de 1978, Marcos le dijo a María y a la madre de ella, María Cecilia Torre de Luque, que tenía una “cita” y que si no retornaba en un determinado tiempo se debían ir devuelta a Córdoba, de donde era la familia de su esposa. Aquel día, Marcos salió de dicho domicilio y no volvió. Como consecuencia, María y su madre se fueron, pero retornaron dos días después, encontrando que había gente del Ejército esperando adentro, portando armas largas. Bajo esas circunstancias, María que estaba con su hijo, que tenía tan solo un año de edad, lo entregó a su abuela, y se tomó una pastilla de cianuro pero los de la patota le hicieron un salvataje, evitando que muera. Por relatos posteriores de la madre de María se supo que en uno de los autos que los vinieron a buscar estaba Marcos Eduardo. Luego le informaron que habían salvado a su hija pero que quedaría “detenida”. Desde ese momento, no se supo más ni de Marcos ni de María.
Muchos años después, su hijo también llamado Marcos Eduardo, empezó a investigar y hacer averiguaciones. Supo que sus padres estuvieron en el centro clandestino conocido como “El Vesubio”. También se enteró que cuando lo detuvieron a su padre le habían pegado un balazo en un brazo y que, lo operaron y le pusieron una prótesis. A su vez, Cecilia Ayerdi, Jorge Watts, Cecilia Vázquez, un muchacho “Daniel”, y Néstor Cendón, nombraron a su padre, Marcos Eduardo Ferreyra, como cautivo en el Vesubio, y relataron que tenía el sobrenombre de “Federico”, quien estaba suelto pero con grilletes y se dedicaba a hacer la limpieza y quehaceres dentro del lugar. Se encuentra probado que Marcos Eduardo Ferreyra fue privado ilegítimamente de su libertad y conducido al Centro Clandestino de Detención “El Vesubio”, donde fue sometido a tormentos, permaneciendo en dicho lugar al menos desde el mes de julio de 1978 y hasta el 11 de octubre de dicho año. Al día de la fecha permanece desaparecido.