Breve relato de los hechos
Ha quedado acreditado que Guillermo Pedro Gallardo, quien al momento de los hechos tenía 18 años y cursaba estudios en la Escuela de Enseñanza Técnica N° 1 de Bahía Blanca, fue secuestrado en la noche del 4 de enero de 1977 mientras regresaba al domicilio donde vivía con sus padres en la calle Thompson 760 de esa ciudad. En ese momento un grupo de personas vestidas de civil descendieron de dos vehículos portando armas e identificándose como integrantes de la Policía Federal Argentina, y obligaron a Guillermo a subirse a uno de los vehículos, lo vendaron y trasladaron a “La Escuelita”.
Una vez que ingresaron al centro clandestino, le retuvieron sus documentos personales y lo interrogaron sobre su participación en “la guerra”. Ante sus respuestas negativas, fue conducido a otra habitación donde permaneció tirado en el piso, y al solicitar orinar, fue salvajemente golpeado en todo el cuerpo por los guardias. Posteriormente, fue sometido a la práctica denominada “ruleta rusa”, siéndole gatillada un arma por distintas partes de su cuerpo.
Siempre vendado y con las manos atadas, después fue conducido a una habitación donde había otras personas en sus mismas condiciones.
Transcurridos dos días aproximadamente, lo condujeron a una sala donde lo desnudaron, le pasaron una esponja mojada por su cuerpo, lo ataron de pies y manos al elástico de una cama y comenzaron a aplicarle picana eléctrica mientras lo interrogaban sobre quiénes eran los integrantes de una organización que desconocía, y lo acusaban de haber arrojado panfletos en la vía pública. Frente a sus respuestas negativas, le inyectaron una sustancia denominada “suero de la verdad”, que le produjo un gran calor y lo hizo delirar, terminando desmayado. Cuando despertó se encontraba en otra habitación, y con el correr de los días pudo reconocer a compañeros de la ENET N°1 con quienes intercambiaban alimentos, pues la comida que le proveían era escasa.
Una noche, luego de transcurridos alrededor de quince días de su secuestro, lo trasladaron junto con su compañero Sergio Mengatto y fue liberado alrededor de la medianoche, en las inmediaciones de las calles Charlone y Malvinas, cerca de un andén del tren de esta ciudad. Había perdido aproximadamente 17 kilos de peso y estaba severamente lastimado.
Durante el cautiverio, su padre efectuó una denuncia ante la Comisaría de la Policía de la Provincia de Buenos Aires con intervención del Juzgado en lo Penal N° 1 de esta ciudad, la que fue archivada el 27 de enero de 1977 por falta de elementos probatorios que permitiesen identificar a los autores del hecho.