Breve relato de los hechos
SERGIO OMAR GARCÍA fue secuestrado y privado de su libertad a mediados del mes de agosto del año 1976, mientras se encontraba en su casa sita en la calle España 721 de la Localidad de Caseros, partido de Tres de Febrero, provincia de Buenos Aires, donde vivía con su esposa Flora Susana García, en un procedimiento en el que se utilizaron dos camiones del Ejército y dos Jeeps. Se comprobó que en esa oportunidad ingresaron al domicilio mencionado varios oficiales y suboficiales del Ejército que obligaron a García a sentarse en un sillón diciéndole uno de ellos que se quede tranquilo que no pasaba; que tras revisar la vivienda le ordenaron que se vista con el uniforme de soldado y se lo llevaron en alguno de los vehículos. También se acreditó que fue llevado en un primer momento a la Dirección del Colegio Militar de la Nación, donde García realizaba el servicio militar obligatorio, y luego a la enfermería del mismo, donde fue vendado y atado con las manos hacia atrás, lugar en el que escuchó llantos de angustia de otras personas detenidas y que más tarde, junto a esas otras personas fue trasladado hasta algún centro clandestino de detención dentro de Campo de Mayo. Se probó que en ese lugar le quitaron sus pertenencias, que fue llevado luego a un galpón que más tarde pudo observar que era de chapa, donde fue encadenado y donde oyó disparos, sonidos propios de helicópteros y otros de avionetas; como así también las voces de hombres y mujeres de distintas edades; que en ese sitio siniestro fue sometido a interrogatorios, en los que fue preguntado si conocía a STEIMBERG, los que fueron acompañados de golpes y también sometido a pasajes de corriente eléctrica. En ese lugar GARCÍA pudo oír a Luis Pablo STEIMBERG, quien le habló y se reconocieron entre sí. También #26950912#341763476#20220914152305214 tuvimos por acreditado que luego Sergio GARCÍA fue conducido a otro galpón, donde había carpas individuales y más tarde fue llevado a la Dirección del Colegio Militar, donde le quitaron la venda de los ojos y pudo observar la presencia de los soldados BRITOS y CARBALLO; en ese sitio se encontraba el Director del Colegio Militar, Reynaldo Benito Antonio Bignone, quien les hizo saber a los tres que habían sido detenidos ya que sus nombres se encontraban en una lista de infiltrados, y que según sus expresiones “en esta lucha habían pagado la culpa de los culpables”; que a su vez, Bignone les dijo que no les podía dar la baja, pero que les daría licencia hasta sus respectivas bajas que por esa razón fue dejado en libertad y le otorgaron la mencionada licencia hasta la baja definitiva.