Breve relato de los hechos

a las 10:00 horas del 2 de abril de 1976, en circunstancias en que se encontraba durmiendo en su vivienda, sita en la calle Primera Junta N°1753 de la localidad de San Miguel, un grupo de treinta y cinco militares rodearon la finca e ingresaron rompiendo la puerta, lo despertaron a culatazos en las piernas y revisaron toda la casa. Los militares estaban de uniforme y lo llevaron detenido a la Comisaría de San Miguel, que en ese entonces estaba en la calle Mitre, entre Sarmiento y Fraga. Al llegar a la Comisaría, se encontró con seis compañeros de la Municipalidad de San Miguel. Luego los llevaron contra un paredón y había unos soldados que los custodiaban que entre ellos se decían “que lindo seria matar a estos zurditos con estas armas”. Refirió que los tuvieron parados ahí desde las 12 del mediodía hasta las 10 de la noche, sin que pudieran moverse o ir al baño. Después de eso los llevaron a todos a un cuarto que había en el fondo de la comisaría que sería una cocina, les llevaron un tacho para hacer sus necesidades y que debieron permanecer allí sin colchones, abrigo ni alimentos y que solamente tenían lo que habían podido llevarle los militares. Al cuarto día de su cautiverio, lo llevaron a una habitación donde había militares y lo interrogaron durante seis días seguidos y una de esas noches, a las 4 de la madrugada, lo llevaron a una pieza acondicionada para la tortura donde fue “picaneado” por una persona de civil en dos oportunidades en los pies y en los dedos de las manos. La tortura padecida también era psicológica, ya que amenazaban con matar a su familia. Como a los veinte días de estar detenidos, ya empezaban a recibir visitas y ahí se enteraron que sus familiares fueron a reclamar por su liberación a la Escuela Lemos y a Campo de Mayo y que “los sacaron a los tiros en el aire”. Una vez liberado se presentó a trabajar en la Municipalidad y le entregaron el decreto de prescindibilidad, por lo que quedó cesante en su trabajo (conf. fs. 76/79 y 820/822).