Fueron las palabras de Hermenegildo Rossi cuando se encontró en la Unidad 9 con su hija, Silvia Rossi, luego de estar secuestrado y desaparecido en “1 y 60”.
Audiencia 45 del juicio de lesa humanidad
El Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, integrado por Karina Yabor, Ricardo Basílico y Andrés Basso avanzó este jueves 31 de octubre en la audiencia 45 con los testimonios del juicio que investiga los hechos de lesa humanidad ocurridos en dos de los CCDTyE que funcionaron en la Plata: el Cuerpo de Caballería ubicado en calle 1 y 60 y en la Comisaría 8° de calle 7 y 74.
En esta oportunidad testimoniaron el sobreviviente Adolfo Vicente Bergerot Basualdo y Silvia Rossi, hija de Hermenegildo Rossi.
Adolfo Bergerot tiene 69 años y fue secuestrado el 17 de mayo de 1976 y estuvo alojado en la Brigada de Robos y Hurtos, en “1 y 60”, luego en Arana y finalmente en lo que sería la comisaría 2°.
En ese entonces militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en la ciudad de La Plata y luego de estar secuestrado-desaparecido y quedar detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), salió del país con destino a España mediante el derecho de opción, en junio de 1977. Luego volvería al país en forma definitiva en 1996.
Luego de relatar en forma virtual su recorrido y los tormentos padecidos en los distintos centros clandestinos de detención y las condiciones de detención, hizo una alusión- esto a modo de interpretación- a los grupos económicos y/o civil que también idearon el genocidio, dijo que lo que le hacía ruido es que “esto sea tratado como un hecho policial, en el sentido de que mi paso por comisarías es como si hubiera sido un hecho policial y nada más. Mi detención estuvo vinculada a mi militancia política. Yo nunca inicié un juicio de la que nunca, ni fui juzgado ni tampoco se ha juzgado a los responsables de las políticas de terrorismo de estado. En relación a esta condición de testigo político, bueno, es el compromiso moral con los 30.000 compañeros desaparecidos”.
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En segundo término de modo presencial prestó testimonio Silvia Esther Rossi, que tenía 20 años cuando la dictadura cívico militar llevó a cabo el golpe de estado. En ese entonces, vivía con su pareja, su hermana y sus padres en Coronel Brandsen, en una casa muy grande que había sido un convento de monjas, de clausura. Su padre Hermenegildo, era italiano y fabricaba escopetas, era de profesión armero y tenía su propio taller instalado en su domicilio.
“A los tres días del golpe de estado, pero ya antes de esto habían entrado a nuestra casa en dos o tres oportunidades a hacer allanamientos, pero nunca encontraron nada, sólo armas y lo que era el taller que tenía mi padre”, relato Silvia. Y agregó que luego a los tres días del golpe, fueron a buscarlo a Brandsen, a la casa de unos tíos, su padre ya no estaba porque se había mudado con su nueva pareja una casa de La Plata, y cuando irrumpieron en el domicilio preguntando por Hermenegildo se robaron las armas y luego fueron a buscarlo.
“Seguramente mis tíos han dicho que dónde estaba, dónde vivían, y bueno, lo fueron a buscar y lo secuestraron. Le taparon la cara con una capucha, le hacen el simulacro de fusilamiento. No supo dónde estaba porque estuvo siempre encapuchado”.
Sin embargo, Silvia recordó que cuando estaban en La Plata buscándolo, una persona que era policía o militar, fue a decirle a la pareja del padre que Hermenegildo estaba vivo, que lo había reconocido en “1 y 60” y que lo estaban por trasladar a la Unidad 9, donde fueron a visitarlo unos días después.
Ese día de visita, “cuando entramos y me reencuentro con él, lo abrazo y se queja de dolor. Y le digo en el oído, ¿papi cantaste? Y me dice: todos cantan. Y me dijo en el oído: ni los alemanes fueron tan crueles como estos hijos de puta. En la Segunda Guerra Mundial mi papá desertó del ejército, siendo en ese momento el dictador Mussolini presidente de Italia, mi papá deserta del ejército y se va a pelear a las montañas como partisano, que sería como guerrillero, para nosotros, en los bosques. Es más, traba la llegada de los alemanes por un puente, que creo que está en Bassano del Grappa, hacia la zona del Véneto, vuela ese puente, mataron 10 familiares delante de de la casa de mi abuela para que digan dónde estaba mi papá, nadie lo dijo, pero en el transcurso de todo esto mi papá es prisionero y lo mandan a un campo de concentración alemán. Y desde ahí lo ayuda a escapar mi abuela, pero por supuesto era martirizado periódicamente, lo único que podían comer era cáscara de papas y ratas. Así que, haciendo la comparación con el con el nazismo, lo que me dijo mi papá al oído en la Unidad 9, fue que ni los alemanes fueron tan crueles como estos hijos de putas. Pienso que las vejaciones más aberrantes fueron en ´1 y 60´, porque estaba recién llegado a la Unidad 9”, dijo Silvia.
Luego de tres años, fue expulsado, “ya que era italiano”, agregó Silvia, y relató que cuando viajó a su país natal pesaba 49 kg, “estaba muy flaquito, su pecho, recuerdo que se lo medí para comprarle ropa, medía dos manos y media”, y cuando llegó a Europa, “por supuesto debido a todas las causas del sufrimiento, y todo lo que no comería, hicieron que su salud se deteriorara y al año de llegar a Italia, falleció”.
La próxima audiencia quedó programada para el jueves 7 de noviembre a las 9.30 hs.