En estas dos nuevas audiencias, el Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata escuchó el testimonio de once personas.
En el marco de la audiencia 112 del Juicio Brigadas prestaron declaración el pasado martes 1 de agosto los testigos Miguel Ángel Mouche, Valeria Tamarasco, Isabel Simón, María Leonor González Martínez y Cástulo Bogado. Mientras que el jueves de la semana siguiente se llevó a cabo la inspección ocular en el Pozo de Quilmes.
El primer testigo fue Miguel Ángel Mouche, cuñado de Omar Gedalio Suarez, quien fue secuestrado en 1977 y era la pareja de Nora Suárez, desaparecida el 4 de febrero de 1977.
De este modo, narró que eran“una familia de militantes” y que cuando allanaron el laboratorio en el que trabajaba, al mes siguiente entre lo vio a Omar. Era marzo o abril de 1977 y ambos ya estaban en la clandestinidad. Luego no lo volvió a ver porque en mayo se exilió y mencionó que una persona dijo haberlo visto en el Pozo de Quilmes.
Luego prestó testimonio María Isabel Simón, no fue televisado y declaró por la desaparición de su hermano Rodolfo, que militaba de la JUP y Montoneros, que fue secuestrado el 27 de enero de 1977 y desde ese entonces no volvió a ver. Testigos dicen que estuvo en el Pozo de Quilmes.
El cuarto testigo fue Cástulo Bogado, quien fue trabajador de Acindar y dirigente gremial, y dijo que consideraba haber tomado el lugar que le correspondía, que es tener “actitud solidaria con los compañeros” en momentos que con regularidad sucedían hechos de “represión a los compañeros, atentados y han asesinatos”.
Cástulo estuvo detenido en un lugar que no reconoce y, posteriormente, en la Brigada de Quilmes, donde fue torturado con picana y relató que, cuando fue secuestrado en mayo de 1975 en su casa de Santa Fe, lo llevaron en un vehículo vendado y durante todo el tiempo “me fueron golpeando en el estómago”; fue una anticipación de “lo que me iba a pasar. Lo que posteriormente sufrí, fue terrorífico”, señaló.
“Nunca pensé que entre los seres humanos haya alguno que aplicara esa metodología a otro ser humano. Es algo que hasta ahora no puedo concebir”, advirtió.
Luego de un cuarto intermedio, declaró la sobreviviente María Leonor González Martínez, secuestrada el 23 de julio de 1975.
María Leonor estaba con sus pequeños hijos, una vecina y su madre, cuando fue secuestrada por hombres armados que se identificaron como de la Triple A. Su pareja también fue detenido junto a otras personas que fueron llegando a la vivienda.
Y recordó que le habían dicho que estaba en una Brigada ubicada entre Lanús y Avellaneda, que todo el tiempo había permanecido con los ojos tapados, que fueron torturados y recién al otro día, los habían llevado al Pozo de Quilmes.
Luego, fue trasladada a un penal y estuvo con libertad vigilada hasta 1981, y dijo que era muy “reparador para los sobrevivientes ver que estos juicios se realizan. Verdad, Memoria y Justicia es lo que nos mantuvo a todos en pie”, concluyó.
Finalmente, concluyó con los testimonios de la jornada, Valeria Tamarasco, hija de Enrique Horacio Taramasco, secuestrado el 25 de marzo de 1977 en un comercio de Lomas de Zamora,
“Su lugar de detención clandestina fue el Vesubio. Estaba la hipótesis que había estado en el Sheraton y llegó la confirmación después de que estuvo allí. Este año nos citan para declarar en el tramo cuatro de la causa Sheraton y unos días antes de declarar me llega la confirmación que también había estado en el Pozo de Quilmes”, rememoró.
Ella tenía apenas 3 años de vida cuando se llevaron a su padre y dijo “hay datos que por momentos me los olvido, es un momento de acercamiento de búsqueda y momentos donde necesito retirarme y hay grandes olvidos”, reflexionó, y mencionó que no tiene recuerdos de su padre.
Ella y su familia entregaron muestras de sangre para que se puedan identificar sus restos pero por el momento no hay novedades.
Audiencia 113
En esta audiencia, en que son juzgados represores por delitos de lesa humanidad cometidos en centros clandestinos de detención y exterminio emplazados en la zona sur del Conurbano y el oeste, declararon seis sobrevivientes.
Entre ellos declararon dos miembros de la familia Santucho, un allegado y un familiar de detenidos desaparecidos.
El primer testimonio fue de Graciela Beatriz Gómez, quien relató que fue detenida en 1975 cuando se dirigía a Quilmes a la casa de María Leonor González, donde tenían una reunión gremial.
Graciela era docente de una escuela especial pública y contó que cuando fue detenida se tragó un papel con la lista de compañeros del gremio para que los represores no obtuvieran esa información.
Luego recordó que alrededor del 20 de julio de 1975 fue secuestrada, trasladada en un auto y tanto ella como María Leonor fue torturada y ambas interrogadas durante dos días hasta que fue liberada.
Sin embargo al día siguiente la volvieron a buscar y en la Brigada de Quilmes firmó unos papeles donde quedó detenida y bajo la órbita del PEN (Poder Ejecutivo Nacional). Tras su paso por el Pozo de Quilmes, fue trasladada a Olmos como presa política, precisó. Finalmente, se exilió en Perú, donde estuvo un tiempo hasta que pudo regresar al país.
El siguiente testigo fue el sobreviviente Mario Antonio Santucho y narró que según lo que había podido reconstruir “un grupo de ocho personas vestidas de civil y con ametralladoras y pistolas irrumpieron con mucha violencia, nos amenazaron y nos apuntaron con las armas”. Tenía 9 meses ese 9 de diciembre de 1975 cuando estaba en un cumpleaños con sus primas (María, Susana, Silvia y Emilia), hermanas (Ana, Marcela y Gabriela), su tía (Ofelia) y otro niño que era amigo de la familia (Esteban) en una casa en Morón. .
“En un momento me agarraron a mí, el único bebé que había, y amenazaron con matarme si no colaboraban. Les ataron las manos, las pusieron contra la pared y rápidamente confirmaron que éramos parte de la familia Santucho”, mencionó respecto a los militantes del ERP-PRT.
Luego relató “Estuvimos un par de horas dentro de la casa, en esas circunstancias, y nos sacaron a todos. Antes de irse, los secuestradores pintaron el frente de la casa con las siglas del ERP, haciéndose pasar ellos mismo como guerrilleros en lugar de personal de seguridad y las fuerzas armadas”, agregó.
De este modo, los secuestradores los dividieron en varios autos y los trasladaron a un lugar que sería, por los ladridos de perros que se escuchaban, el Centro Clandestino de Detención (CCD) denominado Puente 12, donde sus primas fueron golpeadas y maltratadas por los guardias del lugar e incluso sufrieron algunas agresiones sexuales, según comentaron después y también agregaron que se escuchaban cómo torturaban a otras personas.
A su vez, su tía Ofelia fue interrogada porque buscaban información sobre el paradero de su padre, Mario Roberto Santucho, y utilizaban diferentes estrategias.
Luego de estar en ese CCD a la mañana siguiente, el 10 de diciembre, los llevaron hacia el Pozo de Quilmes y ahí reconocieron algunas de las personas que habían participado del secuestro, de las cuales algunas eran mujeres que discutían “quién se iba a quedar conmigo…y estuvimos alojados en un pabellón de un segundo o tercer piso, nos cuidaron unos asistentes sociales porque la tía Ofelia no había sido trasladada con los menores”, contó Mario Antonio. Y agregó que luego de tres días los trasladaron a un hotel en el barrio de Flores como paso previo a la liberación.
“Hasta donde sé, un compañero y amigo de mi papá se ofreció para ir a buscarnos; entró al hotel y me llevó con mis papás y a mi tía y mis primas les dijo que fueran a la Embajada de Cuba”, contó ante el TOF 1 de La Plata y las partes que forman parte del juicio.
Finalmente, mientras los hijos estaban en Cuba, el 19 de julio de 1976 fueron secuestrados sus padres y continúan desaparecidos.
“Hace dos semanas nos reencontramos con el hijo de Cristina (Navajas) y de Julio (Santucho), que había sido apropiado por una familia con un integrante de la fuerza de seguridad. Ya lo hemos visto tres veces, estuvimos hablando con la familia, con él que estaba muy entusiasmado y dispuesto a este proceso tan complejo”, reflexionó, al tiempo que remarcó que el reencuentro fue “a partir de él, a partir de sus dudas”.
A su vez, narró que su madre también pudo estar embarazada por lo que continua la búsqueda de esa hermana o hermano.
En cuanto al testimonio de su hermana, Marcela Eva Santucho, que en ese entonces tenía 13 años, “Bajaron unos hombres armados, algunos con capucha en la cara…y mi hermano lloraba porque era un bebé y no habíamos podido ni cambiarle los pañales. No nos dieron de comer ni beber. Nos quedamos varios días en la comisaría de Quilmes”, recordó y dijo, en sintonía con el testimonio Mario Antonio, que el traslado al hotel del barrio Flores había sido un anzuelo para la familia. “Nos dábamos cuenta que estábamos vigiladas”, apuntó.
Gustavo Zurbano declaró por Graciela Torrano, Abel Fucks, Alejandro De Sio y recordó que los conoció en distintos contextos. “Si uno pretendía transformar la sociedad y brindarle a los más desposeídos derechos que no tenían, debían compartir experiencias vitales con esos sectores”, sostuvo en alusión a la relación del movimiento estudiantil con los trabajadores, específicamente de YPF, que conflicto por cambios en la jornada laboral.
De este modo, recordó que en ese marco “algunos compañeros consideraron que era necesario consistir con la metodología al día siguiente y luego pudimos inferir que fue intervenida una comunicación telefónica entre Abel y Graciela que dio como resultado que en la madrugada fueron ambos secuestrados”.
Luego de eso fue se reunió con Alejandro en un bar de la ciudad de La Plata donde evaluaron lo que estaba sucediendo y decidieron replegarse y no hacer las actividades de difusión y tomar recaudos para protegerse como no volver a sus casas y no hablar por teléfono cuestiones que pudieran comprometer a los interlocutores.
El sobreviviente Alfredo Martínez Gálvez narró la escena de su secuestro cuando se encontraba en su casa el 30 de marzo de 1978 y rompieron las puertas de su casa y entraron varios hombres con armas. “Me tomaron y me pusieron una capucha, luego de golpes, y me llevaron”, comenzó su relato.
Luego fue llevado a un CCD, cree que en Quilmes, donde fue torturado con la picana mientras era interrogado por armas y personas que no conocía, y de ahí a Capital Federal, donde lo deportaron a “Chile sin saber por qué causa”, explicó ante el tribunal.
El anteúltimo testigo de la jornada fue el sobreviviente Carlos Brandli, que fue secuestrado el 27 de mayo de 1976 en su casa de Baradero cuando estaba con su mujer embarazada. De ahí fue llevado a un CCD conocido como 1 y 60, a Arana y Brigada de Quilmes, donde fue golpeado, amedrentado psíquicamente y sometido a torturas.
Luego, en la comisaría 8° de La Plata, le comunicaron que tenía dos opciones, legalizarlo o liquidarlo. “El 23 de agosto me dicen que pasé a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. A principios de noviembre somos trasladados a la Unidad 9 de La Plata y pasamos a formar parte del circuito legal”, resumió.
Por último, prestaron testimonio Juan Carlos Uñates, sobreviviente, y Javier Funes Lorea, hermano de María de las Mercedes Funes, quien fue secuestrada en julio de 1977 en su casa de Haedo, junto a su marido.
“Gente de civil entró a la casa y se los llevaron. No se supo más nada”, mencionó.
La próxima audiencia quedó pautada para el 22 de agosto a las 8.30 hs. y se espera la declaración de tres personas.