Se desarrolla el juicio que aborda los casos sucedidos entre 1974 y 1977. Se juzga a cuatro exmiembros de la División Cuatrerismo de la Bonaerense y dos oficiales del Batallón de Inteligencia 601.
Comenzaron las audiencias del Juicio Puente 12 III
Finalmente el Tribunal Oral Federal número 6 de la Ciudad de Buenos Aires dio inicio al tercer juicio que juzga los crímenes sucedidos en el Centro Clandestino conocido como Puente 12, ubicado en Camino de Cintura y la Autopista Riccheri, en La Matanza, y que dependía del Primer Cuerpo del Ejército. Las audiencias, que comenzaron el pasado 3 de abril y continuaron el viernes 14 de abril, juzgarán a seis imputados –dos integrantes del Batallón y cuatro policías de la Bonaerense– por secuestros, torturas y asesinatos en perjuicio de 185 personas. De esos casos, más de 100 llegan a debate por primera vez: son casos que datan de 1974, 1975 y los primeros meses de 1976.
Los acusados son el ex teniente primero del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército Enrique José Del Pino; el ex oficial principal Enrique Osvaldo Gauna, y los excabos de la Policía Bonaerense, Carlos Alberto Tarantino y Ángel Salerno. Los otros imputados son el ex oficial de la Policía Bonaerense Néstor Alberto Ciaramella, y el excapitán del Batallón de Inteligencia 601, Walter Roque Minod. El Tribunal está integrado por los jueces Daniel Horacio Obligado, Ignacio Carlos Fornari y por la jueza Sabrina Namer. Intervienen los fiscales María Ángeles Ramos, Esteban Bendersky, y Viviana Sánchez.
En la primera audiencia se leyeron los requerimientos de la elevación a juicio. Los delitos que se denunciaron, en tanto, corresponden a privación ilegítima de la libertad agravada junto a homicidios y tormentos agravados. Los sobrevivientes Carbonelli y Juan Miguel Bougnet relataron las torturas a las que fueron sometidos.
Carbonelli señaló que “la lucha fue un aspecto clave en mi vida. Me convertí en militante político de lo que actualmente sería el Partido Obrero. Yo tenía 25 años y vivía en Hurlingham. Trabajaba en la industria metalúrgica y en el marco de la efervescencia política que se vivía se había implementado el estado de sitio. Habían asesinado a Jorge Fiser y Miguel Ángel Bufano, dos compañeros delegados, por ser delegados” y agregó que “éramos conscientes de que la actividad política que estábamos realizando y en ese marco hicimos un acto por el 1 de mayo y al retirarnos, fuimos sorpresivamente interceptados por personal de civil. Sin decirnos nada nos tiran al piso, hacen disparos al aire con escopetas y hablan de un rescate. Éramos 4 y nos trasladaron en el auto en un breve recorrido. Ingresaron los vehículos a un garage cerrado y nos vendaron las caras. Al día nos llevaron en una especie de camioneta furgón con tapa descubierta y tapados con lona. Pasamos por la rotonda de San Justo en dirección a la Ruta Riccieri y cuando frenaron me sacaron la cabeza de la lona y me gatillaron en la cabeza. Siguieron el recorrido y llegamos a Puente 12”. Detalló que ahí lo desnudaron, lo acostaron en una cama y le ataron brazos y tobillos. “Luego nos colgaron del techo. Estando atados de la espalda, el procedimiento estaba en atarte a una correa del techo y levantarte hasta que quedaras en punta de pies. Así toda la noche. Al otro día nos llevan en un vehículo policial a la comisaria de Villa Madero y luego de varios días aparecen nuestros familiares. Luego somos trasladados a un juzgado federal de San Martín donde denunciamos los maltratos y las torturas, pero el juez nunca hizo la denuncia”.
Por su parte, el testigo Juan Miguel Bougnet aseguró que su militancia era “muy incipiente. Militaba en la Juventud Guevarista y no era un tipo formado en términos políticos ni ideológico”. Afirmó que le allanaron la vivienda donde alquilaba y como no lo encontraron, “la prendieron fuego. Dos meses después, creo que fue el 26 de mayo de 1975, yo iba en un micro por la zona de Campana. Lo paran y allí piden que nos identifiquemos. Cuando entrego mi DNI me detienen. Me suben a un auto y me llevan a un Centro Clandestino de Detención donde estuve entre 8 y 10 días aproximadamente”. Allí fue torturado y siempre le preguntaban por Chiquito Gómez “un muchacho que jugaba al futbol conmigo”.
De allí empezó su derrotero por la Brigada de Quilmes y las cárceles de Sierra Chica, La Plata, Caseros y Rawson.
El viernes 14 de abril del 2023 llegó el turno de los testigos Graciela Draguicevich, Viviana Losada, María Del Carmen Cantaro y Enrique Pastor. En tanto que Lucia Fariña y Daniel Mirkin declararán en la próxima audiencia.
Enrique Rubén Pastor aseguró que de muy chico “supe que mamá estaba detenida. Estuvo en Olmos y la cárcel de Devoto. A mi familia la persiguen por razones políticas desde antes del golpe, en el año 1972”. Su padre militaba en una agrupación peronista y estuvo detenido por eso. Sus padres luego pasaron a militar en el PRT. En 1975, su padre tomó conocimiento de que estaba siendo vigilado y que corría peligro, entonces perdió contacto con su grupo familiar y se instaló en Boedo. Su mama tenía, al momento del secuestro, 21 años, y su papá 27 años. A su papá le decían “Campi” y a su mama “Nina”.
“Mis padres y otro compañero, Mollo, son llevados a una dependencia, Puente 12/Cuatrerismo/Brigada de Guemes. Son sometidos a tormentos de toda índole. Mi padre pudo fugarse en el momento en que lo llevaron a identificar casas. Estuvo dos meses escondido y logra retomar su actividad política siendo nuevamente secuestrado el 12 de mayo de 1977 en San Justo. Es secuestrado con Nora Maurer y ella queda embarazada según testimonios de militantes, hoy en día ese nieto es buscado por Abuelas de Plaza de Mayo” detalló.
En su declaración, María Del Carmen Cantaro afirmó que ella y su marido militaban en el PRT, sector de propaganda, y el 28 de marzo del 76, fueron a Cañuelas a concientizar a vecinos de lo que significaba el golpe militar. “Se acercaron dos autos y bajaron hombres de civil que nos siguieron con armas largas. Nos subieron a un auto y nos tiraron en el piso con la cabeza gacha. La situación se tonó muy violenta porque nos pegaban y golpeaban. Nos bajaron del auto, nos ataron las manos hacia atrás con alambre y nos pidieron los datos y domicilios. Le dimos un domicilio falso, no el de Lomas del Mirador, sino de un departamento en capital de mi padre. Esa noche nos llevaron por una ruta en camiones celulares”.
Estuvo en el Pozo de Quilmes, Puente 12, Comisaría de Temperley y en las cárceles de Olmos y Devoto. A ella la torturaban siempre por la noche. La desnudaban, la golpeaban y la tiraban en una especie de parrilla, y la ataban de las extremidades y le daban picana por todo el cuerpo. Le preguntaban por nombres y lugares. La picaneaban en la vagina, la ingle, las axilas, las orejas, los senos, los dedos de los pies. Paraban en un momento y había un hombre que controlaba y decía si podían seguir o no. Cuando no seguían la tiraban a un costado hasta que venía uno que la vestía y le volvía a atar las manos y la volvía a llevar al lugar donde estaba.
“Mi marido está desaparecido y no tener noticias de él me cambió la vida. Durante muchos años tuve la ilusión de volver a encontrarlo, sobre todo a partir de la vuelta a la democracia” cerró.
A Graciela Magdalena Draguicevich, militante del PRT, en la madrugada del 23 de abril de 1975, cuando vivía en Zarate, con Lalli Elizaga y con su hijo, le tiraron la puerta abajo y a los tiros ingresaron a su casa. La pusieron contra la pared con un arma y ella pidió agarrar a su bebe para protegerlo y protegerse ella. Se inventó de que ella “era la novia de la orga” para que la dejaran en libertad. Al otro día fue a la casa de sus padres, les dio el bebe y huyó a Campana donde la detuvieron el 23 de mayo.
La llevaron a Puente 12 y la torturaron durante varios días. Le hacían simulacros de fusilamientos. En un momento se levantó en el medio de la sesión de tortura porque le dio un paro cardio-respiratorio. Días después la trasladaron en un camión hacia un lugar techado donde una persona se presentó como Comisario Inspector Luis Horacio Castillo, que afirmó no tener nada que ver con la gente que torturaba, pero sin embargo ella identificó, por las botas, a dos personas de Puente 12, uno de ellos, el mismo Comisario. “En la Brigada de Investigaciones de Avellaneda pude reconocer a gente de Prefectura de Zárate y a Aníbal Gordon, y la máxima autoridad era Luis Horacio Castillo. En este lugar pude ver a papá, que me había ido a buscar allí por segunda vez” recordó. Durante 7 años de detención pasó por Olmos y también por la Cárcel de Villa Devoto.
Por último, Viviana Losada indicó que su primer marido Rodolfo Ortiz formaba parte del comité central del PRT y era responsable nacional de la Juventud Guevarista. “A Rodolfo lo secuestraron y lo llevaron a la Comisaría 5ta de Moreno (La Pastoril). Después de 23 años supe que lo trasladaron vivo desde la 5ta para llevarlo a Puente 12 donde estuvo detenido durante un mes”.
Rodolfo Ortiz fue asesinado y arrojado en un descampado de Bernal junto a María Cristina Duca y Kity Olivieri Duca. La Comisaría de Bernal los recogió y tomaron las huellas. Rodolfo Ortiz tenía un legajo del Consejo del Menor y de La Familia, y ahí estaban sus huellas. La comisaria pide estos antecedentes y pudo identificar que era él. Sin embargo, lo entierran como NN en una fosa de Avellaneda (fosa 134), de ahí, años después lo exhuman. A sus hijas en el 2004 le extraen sangre para identificar a su padre y en el año 2006 es cuando hacen la exhumación y dan con él. Tiran sus cenizas en el Rio de La Plata.