Es esta oportunidad prestaron testimonio, de modo virtual, la testigo María Lucila Santillán y el sobreviviente Juan Carlos Catini, y de modo presencial, la testigo María del Carmen Contardi.
Este lunes 21 de octubre el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Rosario avanzó en la audiencia 17 con el juicio que juzga delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en la jurisdicción del Área Militar 132, que abarcaba gran parte del noroeste de la provincia de Buenos Aires integrado por los partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero y Pergamino.
La Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia es querellante en este juicio que tiene 12 imputados en delitos de lesa humanidad cometidos contra 74 víctimas.
María Lucila Santillán tiene 50 años por lo cual no tiene recuerdos del secuestro del que fueron víctimas su familia, tenía 2 años en 1976, pero lo que sabe mayormente es raíz de presentaciones realizadas por su abuelo Benjamín Santillán. Es hija de Carlos Benjamín Santillán y María Cristina Lanzillotto, y hermana de Jorge Francisco.
Sus padres militaban en el Ejercito Revolucionario del pueblo (ERP) y lo que relató fue que una noche las fuerzas armadas ingresaron a su casa y los llevaron a un lugar de detención en San Nicolás, donde también estaba su padre que había sido detenido unos días antes. Luego de eso, no sabe si ese mismo día, la llevaron junto a su hermano a una parroquia Cristo Rey del barrio Fisherton en Rosario, donde fueron encontrados por gente que trabajaba en la parroquia.
Entre ellos estaba la María Angélica Grilli, quien los llevó a su casa hasta que sus abuelos paternos los fueron a buscar en febrero de 1977, tras enterarse de su paradero por publicaciones que realizó esta señora en los diarios.
“Nosotros tendríamos que habernos este juntado para una reunión de fin de año del 76, sería entiendo que en Santiago, y como nunca asistimos con mis papás es que mi abuelo Benjamín viaja a Pergamino en enero del 77 para vernos, para ver qué había pasado. Lo que sé es que cuando él llega a nuestra casa, lo detienen, pasa no sé si tres o cuatro días secuestrado, donde lo torturan, lo golpean, lo someten a simulacros de fusilamiento, y después finalmente lo liberan en un descampado”, relató María Lucila.
A su vez también contó lo padecido por Marta de San Martín, que era quien tenía una guardería en Pergamino donde asistían con su hermano, y cuando se ausentaron, Marta se acercó al domicilio de la familia Santillán para averiguar si había pasado algo y también fue secuestrada y luego liberada.
Finalmente, María Lucila Santillán recordó consternada el rol que había tenido su tía, Ana María Lanzillotto y describió cronológicamente el derrotero en torno al vínculo con la historia de sus padres, su historia y su familia; del silencio, porque no quería hablar de los sucedido ya que interpretaba una especie negligencia por parte de sus padres en la cual ella y su hermano no habían sido prioritarios, a investigar y reconstruir su historia en 1999 luego del fallecimiento de su abuelo paterno.
“Ese primer entendimiento que había tenido yo, siendo mucho chica respecto del abandono, de todo lo que me contaba mi familia, incluso las cartas por ejemplo que familiares habían intercambiado mis padres con mis abuelos, sobre todo en los últimos tiempos, es donde yo he podido conocerlos más y entender bien lo que pensaban, lo que querían y lo que buscaban para nosotros y cuánto nos querían a mí y a mi hermano. Bueno, yo he podido armar mi historia de esa manera, con cartas, con relatos de otros, con fotos, pero recuerdos directos no tengo. Y eso es algo que se ha perdido y que no tengo forma de recuperar. Me parece que la vida que yo tengo hasta ahora, que he tenido y la persona que soy, sería completamente si hubiera podido crecer con mis padres. Y no solo esto afecta a mí o a mi hermano, también son dos familias, mis abuelos, tíos, primos, son familias que se han visto diezmadas y sumidas en una incertidumbre y en un dolor enorme. Y no me parece justo. Por eso estoy aquí”, concluyó.
Sus padres fueron identificados en 2009 por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en 2009, sus restos fueron exhumados en el Cementerio de Avellaneda, Bs. As.
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En segundo lugar, prestó testimonio de modo virtual el sobreviviente Juan Carlos Catini, quien era obrero de SOMISA y legado de la UOM San Nicolás y fue secuestrado en junio de 1976 y estuvo 5 años preso en las cárceles de esa ciudad y luego trasladado a Sierra Chica, La Plata y Caseros.
Así, Juan Carlos relató con detalle su largo recorrido en la militancia peronista, desde el retorno de Juan Domingo Perón, y su posterior participación en el sindicalismo en la organización Felipe Vallese, y que promovía una democratización sindical cuando fue detenido en la cárcel de San Nicolás, secuestrado y torturado, y recordó algunos de sus compañeros que en su largo periodo de detención fueron sacados para ejecutarlos, “como fue el caso de Dardo Cabo”, dijo.
“Yo he seguido militando siempre, hasta el día de hoy y bueno aunque tarde esto, quiero también hacer mención y agradecer las políticas de Derechos Humanos que llevaron adelante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner en promover justicia en esta situación”
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Finalmente, declaró de modo presencial la testigo María del Carmen Contardi, que hoy tiene 71 años y es esposa de Leonardo de Lavalle y ambos militaban en la Línea de Acción Revolucionaria que era el brazo universitario del Partido Revolucionario de los Trabajadpres (PRT), como estudiantes de la Universidad de Santiago del Estero, y también en un barrio vulnerable de la ciudad.
Así, María del Carmen contó que durante la dictadura cívica militar ya habían detenido a muchos de sus compañeros y entonces decidieron irse a vivir a Pergamino porque Leonardo era oriundo de esa ciudad, sus suegros vivían ahí y se casaron en 1975.
“Unos tres días después del golpe militar, golpearon alrededor de, no sé, 3 o 4 de la mañana, la puerta de mi casa. Yo me levanto, miro por una mirilla y veo la cara de mi suegro. Entonces abrí la puerta muy confiada y empujaron la puerta y entraron militares y policías, fácilmente identificables por sus uniformes. Los militares estaban de verde y los policías de la provincia vestidos de azul. Yo no entendía nada, mi suegro con todos ellos ahí. ¿Dónde está Leonardo de Lavalle? Los sacan de la cama, digamos, y lo traen ahí al comedorcito que teníamos. A mí y a mi suegro nos ponen contra una pared y a él sobre la otra. Mientras revolvían todo, unos en la habitación que teníamos y otros salieron a una puerta que daba al patio y al fondo ahí había una piecita que nosotros la usábamos un poco para dejar cosas. Ahí en esa piecita estaba durmiendo un amigo de toda la vida de Leonardo, amigo y compañero del secundario y que se recibieron juntos, y que es Jorge “Canario” Torrent. El Canario había ido la noche anterior a quedarse con nosotros porque sabía que lo no habían ido a buscar la casa de sus padres y de su abuela. Entonces necesitaba pasar esa noche porque al otro día tenía que ir a San Nicolás donde tenía un contacto que lo iba a ayudar a llegar a Buenos Aires”, empezó contando María del Carmen.
Esa noche secuestraron a Leonardo de Lavalle pero no a su amigo Jorge “Canario” Torrent, que vivía en Pergamino con su abuela paterna desde que era huérfano de madre luego de un accidente automovilístico. Jorge estudiaba Abogacía en la Universidad Nacional del Litoral y tenía 24 años cuando, y seis meses después de lo narrado por María del Carmen, el 18 de agosto de 1976, fue secuestrado-desaparecido en la vía pública de Capital Federal, en Corrientes y Callao a las 11 horas, por personal policial uniformado que lo metió en un patrullero. Militaba en el peronismo revolucionario, en la Juventud Universitaria Peronista (JUP).
Luego describió los lugares de detención por lo que atravesó su marido y dijo que su principal “tarea en ese momento era que mis suegros entendieran lo que había pasado, porque como que ellos no tenían la dimensión del terror que estaba pasando en nuestro país. Entonces era como que le decía que teníamos que estar encima de preguntando, tocando puertas por todos lados para saber a dónde estaba y para que se sepa que lo estábamos buscando”.
Recordó las visitas a Sierra Chica donde estaba detenido Leonardo y que en su lugar de detención anterior su suegro ya había tomado conciencia del terror porque su hijo le había contado de los interrogatorios y torturas en distintas oportunidades.
Y finalmente relató la entrevista que habían conseguido con el ex coronel Manuel Saint Amant en la búsqueda de intentar que liberen a su marido. “Fue terrible esa entrevista terrible porque me acuerdo que nos recibió, a mí y a mi suegra, era una oficina más o menos grande, había un escritorio grande, él estaba parado, era un hombre no sé si lo recuerdo mal, pero un hombre bastante grande, vestido de militar. Estaba parado hacia un costado del escritorio y me acuerdo que cuando entramos nos preguntó: ¿Y ustedes qué quieren aquí? Bueno, mi suegra, que ella creía que todo el mundo era bueno y era amable, le dijo, no mire, nosotros, mi hijo… ¿Pero qué, tu hijo vos no sabes muy bien quién es tu hijo? Y nos empezó a maltratar. Y yo en un momento digo, bueno pero a ver qué pruebas tiene que esto, que aquello y me acuerdo que me miró y me dijo: Vos dejate de hacerla la tonta y cuidate porque te va a pasar lo mismo. Esas palabras no me las voy a olvidar nunca”.
La próxima audiencia quedó fijada para el lunes 29 de octubre a las 11 hs.