Ir al contenido

Nuevas audiencias del juicio de lesa humanidad

Es esta audiencia 19 prestaron testimonio Elsa Splendiani y los hermanos Natalia y Martín Vega. 

Audiencia 19 del juicio de lesa humanidad

En la audiencia pasada del martes 29 se pudo presenciar los testimonios de Bibiana Jorgelina Osorio, esposa de Juan Carlos “Tarucha” Gómez, quien narró su historia de lucha, humillaciones y dolor por la que atravesó su marido fallecido en agosto de 2021 a los 66 años.  

Juan Carlos Gómez era era delegado metalúrgico en la fábrica RYCSA, integraba la Agrupación Felipe Vallese y cuando fue secuestrado pasó por distintos lugares de cautiverio, desde la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás a Sierra Chica y Melchor Romero en la ciudad de La Plata. Cuando falleció era miembro de Comisión Interna de UOM y Secretario de Derechos Humanos del mismo gremio.

Luego prestaron testimonios sus hijos, Paulo, que tenía 2 años cuando fue su padre fue raptado, y Carla Azucena, que nació cuando Juan Carlos ya estaba en cautiverio por lo cual lo conoció recién cuando fue liberado y ella tenía casi 4 años.   

Finalmente, declaró Alberto Alfredo Secchi, que fue delegado de la UOM y estuvo secuestrado detenido durante la última dictadura cívico militar. 

***

En la audiencia de esta semana, este lunes 4 de noviembre, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Rosario avanzó con el juicio que, recordamos, juzga delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en la jurisdicción del Área Militar 132, que abarcaba gran parte del noroeste de la provincia de Buenos Aires integrado por los partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero y Pergamino.

La Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia es querellante en este juicio que tiene 12 imputados en delitos de lesa humanidad cometidos contra 74 víctimas.

En esta oportunidad declaró en primer lugar de modo virtual Elsa Liliana Splendiani, que tenía 20 años cuando se llevó a cabo el golpe cívico militar y es la ex esposa de Omar Orlando Schnell, secuestrado-detenido en la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás que funcionó como centro clandestino de detención. 

“Nosotros éramos militantes políticos, pertenecíamos a la Juventud Peronista y también a la organización Montoneros. Yo desarrollaba tareas territoriales en los barrios, tanto como Juventud Peronista como en la Organización, y eso desde el comienzo de nuestro matrimonio, y a fines del 74, principios del 75 aproximadamente, nos mudamos a San Nicolás. Mi ex marido había conseguido trabajo en la fábrica SOMISA y posteriormente yo conseguí en la Cooperativa Copesa de la misma fábrica, y seguíamos desarrollando las tareas de militancia: él, en la parte gremial, y yo, en la parte territorial… nos mudamos porque la oportunidad de trabajar en SOMISA era buena y por lo tanto nos mudamos además de la militancia política que también era acorde con el lugar, sobre todo para él que se iba a desarrollarse en la fábrica. Bueno, ahí trabajamos y militamos y en el año 76, con el golpe y ya un poco antes debe haber pasado que empezamos a ver la situación peligrosa que significó para toda esa parte de la historia del país y empezamos a ver también que caían presos compañeros y compañeras. Bueno ahí tuvimos miedo por lo que nos podía pasar, y yo estaba embarazada de mi primer hijo, y nos fuimos transitoriamente de San Nicolás, temiendo por las caídas de los compañeros. Nos fuimos transitoriamente a Rosario, una casa, a otra, pero veíamos que por ahí no pasaba nada, y yo tenía una cita con mi médico de cabecera en ese momento y volvimos. Pero no fuimos a la casa directamente, yo me quedé en el consultorio médico y mi ex esposo fue hasta la casa con el objetivo de ver cómo estaban las cosas y buscar un bolso. En todo caso si nos teníamos que volver a ir, estábamos un poco así a la deriva, y cuando iba llegando, vivimos en varios lugares porque alquilamos, pero ahí cuando pasó esto vivíamos en el barrio de Las Mellizas, y cuando él iba caminando a la vuelta de la casa había una carnicería, y el señor de la carnicería le dijo: pará, no vayas a tu casa que están los militares. Todavía se me pone la piel de gallina. Ahí nos quedó claro que ya teníamos un pedido de captura”, empezó relatando Elsa. 

Luego describió con detalles las diversas ciudades donde vivieron en esa época: Rosario, Villa Constitución, Reconquista, Santa Fé capital, Mendoza, y luego su detención cuando tenía un embarazo avanzado y estaban viviendo con sus padres en Santa Fé capital. En esa oportunidad, relató conmovida que cuando se la llevaron su hijo de dos años y medio se le prendió de las piernas y que pasó un tiempo largo antes de volver a verlo ya estando en la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás.

Luego, contó su trasladad a Devoto donde cumplió tres años de detención; que su marido cuando los represores se fueron de la casa él volvió con una camioneta para retirar las pertenencias y los muebles y se la encontró completamente vacía, y que cuando luego detuvieron su ex marido y sufrió diversas torturas y humillaciones. 

***

Luego testimonió de modo presencial Natalia y Martín Vega, hijos de Marta Susana Rodríguez y Raúl Alberto Vega, quienes militaban en Montoneros, él también en la agrupación sindical Felipe Vallese y fue asesinado el 9 de marzo de 1977 junto a los compañeros Alicia Juaneda, Carlos Eduardo Antonio Mayo, Eduardo Molinette, Juan Carlos Connocchiari y Víctor Berman Salinas, en “El Castillo” del barrio Altos de Villa Cabrera, en Córdoba,  por personal del III Cuerpo del Ejército. La masacre fue comandada por el “Chacal” Luciano Benjamín Menéndez, el ex general y ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, que tuvo bajo su arbitrio a 10 provincias durante la última dictadura cívico-militar y que falleció en 2018 con 14 condenas a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad.

De este modo, Natalia relató el secuestro en la casa de sus padres 2 de junio de 1976. “Estos relatos del allanamiento y el secuestro de mi madre, tienen esos dos orígenes: lo que me contó la vecina y lo que me contó mi madre. Era de noche, la vecina era amiga de mi mamá, ella le enseñó a coser y tenían muy buen vínculo. Y la vecina me contó que había estado hasta tarde enseñándole, estaban cortando una prenda y enseñándole a coser, y vio el operativo que no sabía de qué eran, porque era gente de civil y rodearon la manzana con mucho personal, camiones, coches ella. Había movimientos, ella no sabía bien qué pasaba, pero estaba todo el barrio conmocionado, mis padres decidieron no resistir adentro ni entregarse, y entonces nos dejaron a Martín y a mí en la casa y escaparon, entiendo que por los fondos porque la puerta del frente fue rota por quienes estaban en el operativo. Entonces mamá se esconde, deciden separarse, no sé si lo tendrían previsto de antemanos o en el momento pero deciden que era más factible evadir la captura si uno iba por un lado y otra por otra, papá se esconde en los patios vecinos de un patio vecino, y no sé si los vecinos no lo vieron o no quisieron delatarlo, pero logró quedarse escondido allí hasta que terminó el operativo. Mamá se tiró debajo de una camioneta, en una cochera abierta, y cuando se asomó a ver si el operativo había terminado la vieron y la capturaron”, narró.

Su madre sobrevivió luego de su detención pero muchos años después, Natalia compartió un diálogo que tuvo con su madre antes de fallecer en 2008. Ese día le había salido “una protuberancia y estábamos hablando y mamá me dice: es el mismo lugar donde me dieron el culatazo cuando me secuestraron”. Unos meses después de eso, falleció.

Y contó que la vecina que le enseñaba a coser a su madre fue quien los buscó, a ella y su hermano, cuando los represores estaban realizando el allanamiento; y que cuando “alguien con cierto rango, golpea la puerta y le dice ¿usted tiene los chicos?, le dice: sí, pero se van a quedar conmigo. Arriesgando la vida de su familia nos protegió de ser secuestrados junto con nuestra madre. Realmente quiero destacar solidaridad de esa vecina. La conozco por su sobrenombre, chiquita, siempre la nombraba mamá, creo que Ramona es su nombre, pero no estoy segura, y no recuerdo su apellido. Pero realmente es para destacar. Cómo arriesgó su familia, su vida. Y cuando la vi después, digo 2011, la vez que la vi con cuando vine a la Instrucción, me dijo: sí, yo no sabía qué pasaba, pero me hubiera gustado que si hubiera sido al revés, alguien hubiera defendido a mis hijos”.

***

En tercer lugar,  prestó testimonio también de modo presencial Martín Vega, quien empezó diciendo: “Antes que ser víctima soy hijo de una pareja que se organizó, que luchó, que tenía convicciones y que estaba dispuesta a dar su vida por construir un mundo mejor, sin pobres, un país mejor, una sociedad mejor. Entonces, por lo tanto, yo no le voy a dar ese lugar. Me gustaría verlos y decírselos a la cara, pero lamentablemente, bueno, no es posible. En ese sentido, no es un lugar en el que yo me quiera poner, el de víctima. O sea, sí, soy hijo de dos personas y de una generación que quiso un país mejor para todos y así me lo hizo me lo hizo saber mi abuela cuando yo me enteré de qué era lo que había pasado con mis padres”. 

Finalmente, Martín expresó su opinión sobre los juicios. “Hoy con juicios tan largos, donde todo el tiempo estamos volviendo a condenar, en este caso entiendo que hay algunos de estos personajes que todavía no fue condenado, y en buena hora, pero en el caso de la jerarquía, no sé, Menéndez. Tuvo más de diez sentencias, no sé, cuántas más.  Digo, van a ser como 20 años de juicios, donde quedamos revictimizados, las víctimas acá contando su historia, una y otra vez, y no avanzando en las otras partes de las otras patas necesarias y beneficiarias de lo que significó la dictadura. Y ahí es donde entran los medios, los responsables de los medios de comunicación, la iglesia, el poder económico”.  

La próxima audiencia quedó fijada para el martes 12 de noviembre a las 9 hs.