El tribunal entró en receso y el debate continuará el próximo 4 de agosto.
Audiencia 36.
En nuestras pequeñas ciudades del centro de la provincia de Buenos Aires, a veces creemos que aquí no ocurren sucesos trágicos, que eso solo sucede en las grandes metrópolis.
Sin embargo, el juicio de la Mega Causa Sub Zona 12 revela lo contrario. Vecinos y vecinas cometieron crímenes terribles contra sus propios vecinos.
En Cacharí, una localidad del partido de Azul que tiene casi 3000 habitantes, el 28 de octubre de 1976 se llevó a cabo un operativo con efectivos disfrazados para secuestrar a Raúl Balbuena y Norma Raggio. Así se demostró en las declaraciones presentadas como prueba por la fiscalía durante la audiencia número 36 el 7 de julio pasado. Ambos eran militantes de la JP en La Plata y fueron secuestrados. Norma estaba embarazada de ocho meses.
Hugo Horacio Balbuena, quien tenía 14 años en 1976, relató cómo Norma y Raúl supieron sobre las desapariciones de sus compañeros y decidieron trasladarse a Cacharí, donde vivía su hermano Carlos. Hugo también mencionó los allanamientos que sufrieron en su casa en La Plata. Además, tuvieron noticias sobre el destino de Raúl. Al parecer, alguien lo vio en Sierra Chica y les informaron que fue víctima de los vuelos de la muerte. También relató que, en diciembre de 1976, Carlos Núñez llegó a la casa para contarles que había visto a Norma cuando fue víctima, con 17 años, de este plan sistemático represivo que implanto la dictadura.
Carlos Núñez, quien también dio su testimonio el pasado viernes, se encontró con Norma cuando fue secuestrado y llevado al Batallón de Infantería de Marina 3 (BIM 3) en la subzona 11. Este lugar funcionó como un centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante la última dictadura militar en Argentina. Carlos mencionó que Norma estaba sufriendo mucho y parecía estar a punto de parir.
Luisa Palagró, hija de la esposa de Carlos, también brindó su testimonio. Siendo una niña en ese momento, estaba en la habitación cuando ocurrió el secuestro. Fue ella quien abrió la puerta y vio a tres personas disfrazadas con pelucas naranjas y máscaras apuntando a Norma. Luisa siempre se sintió culpable por haber abierto la puerta. A los 13 años, tuvo que revelarle la verdad a María Celeste.
Luisa y su madre fueron a la comisaría del pueblo, donde les dijeron que se salvaron gracias a que los conocían. Hugo Álvarez y Osvaldo Larrapide, presentes en la casa de Carlos durante el secuestro, también afirmaron lo mismo. La policía dejó claro que no se los llevaron a todos porque los conocían como “gente de trabajo”. Hugo y Osvaldo mencionaron que los secuestradores llevaban pelucas, revolvieron toda la casa y se llevaron la colección de cuchillos de Raúl, alegando que eran armas de guerra.
Álvarez compartió un momento particular, lleno de ternura y amor en medio del terror. Mientras llevaban a Norma y a Raúl esposados y los separaban en dos autos, lograron darse un beso. La pareja y el niño o niña que debía nacer en cautiverio continúan desaparecidos.
Nota realizada por Soledad Restivo (Agencia Comunica / RU 90.1/ UNICEN) en el marco del convenio entre la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNICEN)